jueves, 4 de agosto de 2011

Tecnologías del placer

"I wanna fuck you like an animal
I wanna feel you from the inside"
NIN - Closer


         A veces las cosas no resultan y entonces necesitas desesperadamente alguna tecnología háptica que rehabilite las conexiones y que inicie el fuego violentamente. Un mecanismo capacitado y discreto, que desarrolle el millón de destellos involuntarios en el cuerpo. Que prenda y apagué las suficientes neuronas hasta dejarlas inhabilitadas de resistencias y colocar en su lugar los siempre confiables sentidos primarios.




No me pongo de acuerdo si fue el engaño o si fue el onanismo la primera tecnología del placer, (y la insatisfacción). Avanzaba con esta idea en esta tarde de frío, con la cámara vieja en la mochila y tratando de toparme con alguna gran cosa. Entonces se me vino a la cabeza esos versos de Bertoni "Tu ropa interior, es mi vida interior" Te imagine en ropa interior y ráfagas de ametralladora promiscuas y belicosas prendieron fuego a mis labios e imaginación. Tengo una tarjeta postal con esos versos, y tengo entre mis dientes los encajes que quiero arrancar de tu cuerpo. No me interesa que tecnologías del placer conozcas, tengo mis manos tatuadas con movimientos primitivos y albugenicos para traerte incluso desde tu afelio a mi almadraba hedonista. Yo sé que quiero despertar de ti, y lo consigo: una y otra vez.

"Yacer en el suelo, habiendo sido atravesado en la lid por el agudo bronce, es decoroso para un joven, y cuanto de él pueda verse todo es bello, a pesar de la muerte." Homero

Y al cerrar los ojos, te veo en este proyector de imágenes desnuda y en el suelo, con tus caderas excitantes y grandes como catedrales, y yo lo ilumino todo con la luz salmón de mi entrepierna prometiendo sólo una cosa, un combate sucio, largo y abrumador. 
Me paso un par de cuadras o kilómetros más, me pierdo en la ciudad. Vuelvo a casa, sudado, sediento, hambriento, de noche. Soy un animal tosco y antiguo.


"Señora, os ruego que os atéis la cofia; después decidme lo que os plazca (Nota: La abadesa llevaba los calzones del cura en vez de tocas) con lo que la abadesa, dándose cuenta de su misma falta y viendo que por todas era vista y no podía ocultarla, cambió de sermón, y de guisa muy distinta de la que había comenzado empezando a hablar, llegó a la conclusión de que era imposible defenderse de los estímulos de la carne; y por ello calladamente, como se había hecho hasta aquel día, dijo que cada una se divirtiera cuanto pudiese. Y poniendo en libertad a la joven, se volvió a acostarse con su cura, e Isabetta con su amante, al cual muchas veces después, a pesar de aquellas que le tenían envidia, lo hizo venir allí; las demás que no tenían amante, lo mejor que pudieron probaron fortuna” 
Segunda Novela, Novena Jornada. Decamerón